Carros de fuego... y fantasía

miércoles, 15 de abril de 2009

Carros de fuego es una película dirigida por Hugh Hudson en 1981 con música de Vangelis. Cuando la vi de pequeño me fascinó tanto que comenzó a gustarme correr y el atletismo. De pronto ese deporte tan cansando que daban por el televisor ya no era tan aburrido. La película narra la historia personal de dos exitosos atletas británicos en los años 20 hasta llegar al cúlmen en las olimpiadas de París de 1924. Harold Abraham, un judío inglés, y Erik Liddell, escocés cristiano de férreas convicciones, se miden consigo mismos en una historia de sacrificios personales.

¡Y qué placer, correr por la playa de Gijón, emulando a aquellos aguerridos atletas ingleses tantas décadas antes de que yo descubriera el placer del agua del mar rodeando los tobillos a cada zancada!

Uno de los momentos más bonitos de la película es probablemente el instante en el que Harold Abraham, junto a su amigo Lord Birkenhead intentan batir una marca intacta desde hace más de 700 años: Dar una vuelta al Great Court del Trinity College al mediodía, antes de que suenen las 12 campanadas. El primero lo consigue y el segundo se queda sin lograrlo por los pelos. La alegría desborda a todos los asistentes a tan histórico momento.

En esto estaba yo convencido que la historia era cierta, y con tal convencimiento no hace mucho visité Cambridge.

El Great Court del Trinity College, para empezar, es bastante más grande de lo que se ve en la película. Puede que 350 m de perímetro. "Bueno, tal vez el récord se batiera en otro patio del College, que tiene varios...". Pregunté a un guardía, y con una risa me mostró un recorte de periódico plastificado que tienen pegado en una ventanuca para los preguntones...

Patio principal de Trinity College en Cambridge. Tanto que ver con la película como el tocino con la velocidad, nunca mejor dicho...

En resumen, Abrahams nunca batió ese récord. La carrera que él iba a hacer ni siquiera era la del Great Court del Trinity College, sino una mera afrenta con otro corredor, y la haría en el patio de Caius, otro college. Esa idea no era compartida por el decano, y les prohibió correr. Fin de la historia...

La historia sin embargo sí se basa en una tradición real: Es costumbre (cuando a alguien le apetece, claro), que durante los primeros días de cada curso los novatos estudiantes intenten correr el perímetro del nombrado patio con las campanadas del mediodía. Esas campanadas tienen de especial que son dobles, por tanto 24 y cada una necesita un segundo. Son por tanto 23 segundos, pues la primera campanada es la que da la salida.

Está claro que nadie ha pasado esa prueba: Necesitaría correr más de 300 metros en 23 segundos, y eso es totalmente imposible.

Volviendo a la película, la carrera ficticia se filmó en Eton, que ni siquiera está en Cambridge, sino en Windsor.

Patio que aparece en la película: Eton College en Windsor


La película además falla en muchos otros detalles, como que Liddell no descubre durante el viaje que tiene que correr de domingo, sino que lo conoce con varios meses de antelación, y el orden de las carreras está alterado.

Es sin embargo una película que en el campo de la estética, la fotografía y la composición musical y ha marcado huella. No en vano logró cuatro Oscar, destacando el de Mejor Película y Mejor Banda Sonora.

2 comentarios:

terreiriego dijo...

Aunque la película me parece un pelín aburrida, se salva por la magnífica banda sonora de Vangelis. Desconocía que la carrera que citas en el post en realidad es ficticia y, como comentas, tienen que estar hartitos en Cambridge de los preguntones.

alvaro dijo...

Genial este artículo.Gran peli si señor